
Estaba yo tranquilamente escribiendo mi columna diaria para un conocido periódico de nivel estatal, mientras escuchaba Spotify. De repente, toma, un anuncio. Nuevo disco de Dover, oh mi God!. Después del truñaco disco festivo que supuso su anterior trabajo, llamémosle trabajo, llamémosle puta mierda, he decidido darles una nueva oportunidad. He ido corriendo a la tienda de discos más cercana, con intención de comprármelo, como todos los discos que tengo en casa. Al recordar que en mi ciudad no hay ninguna tienda de discos, ni cercana, ni lejana, he escrito Dover en el buscador del Spotify. Ahí estaba, Dover I Ka Kené. Bueno, no es lo mismo que Devil Came To Me, pero no juzguemos todavía solo por el nombre del disco.
En que momento se me ocurrió no juzgar por el nombre del disco; al darle al play una diarrea sónica ha inundado mis orejas, que aun no han parado de sangrar. Espero que el que os pasa los tripis os devuelva el dinero, porque creo que es el peor disco de la historia, de la historia en general, no de la vuestra.
Dover, vosotros antes molabais, en serio, no se que os ha pasado, y porque Dios os castiga con estos discos que estáis sacando últimamente, pero de verdad, dedicaros a otra cosa, o al menos no os anunciéis, copón.