
Entras a una tienda, empiezas a mirar cositas, para aquí para allá, y empiezas a notar una presencia extraña; sabes de sobras quien es, la dependienta cansina, intentas hacerte el longui, que pase de largo, pero ella se acerca, sientes su respiración en tu nuca, y te la suelta:
-¿perdón, le puedo ayudar en algo?
Te asalta la duda, entre soltar la respuesta tipo, o la respuesta que llevas toda la vida intentando soltar pero, al final, te faltan huevos. Analicemos las dos variables:
-Disculpe, ¿le puedo ayudar en algo?
-No gracias, solo estaba mirando.
-Perdón, si necesita algo, no dude en avisarme.
Mierda, ya me he vuelto a cagar, no le he dado una buena respuesta. Total, como te hace sentir el peor mierdas del mundo, sublevado a una dependienta, te vas como siempre, con el rabo entre las piernas (frase que no entiendo, porque el rabo siempre lo tengo entre las piernas).
E aquí la segunda variable, la que todo el mundo espera poder soltarle algún día a ese gran enemigo:
-Disculpe, ¿le puedo ayudar en algo?
-No zorra, déjame mirar esta mierda en paz!
Joder, así que esto es el multiorgasmo, tan cercano y tan lejano a la vez. El resultado es el mismo que en la variable uno, acabas en la calle igualmente. Pero no es lo mismo salir a la calle derrotado, que entre los vítores de la plebe.
1 comentarios:
Esta vez con lo de la foto te has salido!! Cada vez mas cerca de Lynch.
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