Por mi barrio suele pasear el típico “señor” rondando la
treintena que siempre va pidiendo un eurico “pa tabaco”, “pa un bocadillo”, “pa
coger el bus”, etc, etc. Cabe remarcar que siempre va bien vestidito, ropa
diferente cada día, limpito y tal, así a simple vista no parece que sea por
necesidad. Bueno, pues el otro día, me lo volví a cruzar; ni corto ni perezoso,
me dice:
-¿me puedes dar un eurico pa llamar?
Respuesta estándar:
-no llevo ná, como las últimas mil veces.
Luego, sigues tu camino, pero la frase tiene algo que te
descoloca “pa llamar…” “pa llamar…” Algo no cuadra en esa frase, no te lo
puedes quitar de la cabeza, “pa llamar…”. Dan ganas de darte la vuelta y
chillarle, “¡pero pedazo de cabrón, desde donde vas a llamar, si no hay una
puta cabina en mil kilómetros a la redonda!”
Así que amiguitos, ya que vais a tocar los huevos, al menos
tocarlos con algo que tenga un poquito de chicha, no se puede ir pidiendo un
eurico para llamar, que un día te vas a equivocar, y pedirás veinte duros.