Gente caradura: los policías que dirigen el tráfico.


Los ves haciendo su labor, digna de admirar, ¡OH!, míralo, como se juega el tipo, ahí puesto, con su bonito chaleco con brillitos, amarillo chillón, con su grandilocuente pose de autoridad, en medio de ese cruce, coche para aquí, tu para allá, tu te paras, sin mas defensa que su persona; bueno, que su persona y una pipa, que eso también debe hacer mucho, aunque el atropello gratis te lo llevas igualmente.

Esos giros, bailoteos, Dios, que manera de tocar el pito, ese es el sonido que quiero que penetre mis oídos el día que Dios tenga a buen recaudo llevarme al cielo. ¡Este tío podría dirigir el mundo con un pito!

Pues no, es todo una burda mentira, ¿cuanto tiempo más vamos a ser engañados por esta chusma?

Un día pasas por allí, con tiempo para perder, y dices va, voy a ver como lo hacen, quiero que la poesía entre a raudales por mis cubículos oculares. Pues ya te lo digo yo como lo hacen, solo se limitan a embobarte con sus bravuconadas pero realmente… ¡siguen el orden de los semáforos!

Sí, no miremos a otro lado, a eso es a lo que se dedican realmente; el que manda, el que realmente dirige toda la operación no es otro que el trilúcido palo. Así que no dudéis en hacer la prueba, cuando veáis a uno de estos caradura, haced caso del semáforo; si por lo que sea os atropellan, enhorabuena, habéis encontrado un policía trabajador. Eso quiere decir que nunca os van a atropellar.


Has pedido una bebida en un bar pero…


…sorpresa, hay mas bebida fuera del recipiente que dentro de el. Da igual lo que pidas, una cerveza, un cafelito, siempre algo se les acaba volcando en el trayecto desde la barra hasta tu mesa. Que agradable la sensación al coger tu bien ganada, y posteriormente bien pagada cerveza, y notar que la jarra esta húmeda, cual actriz porno, y después de secarse se queda pegajosa, cual suelo de lavabo de discoteca.

Mención aparte merece el café, seguramente el peor caso del tema aquí expuesto.

-Perdón, se me ha movido un poco.

-Tranquila, no pasa nada.

Pues si, si que pasa; mira el platito, veras una pelota dentro de un sobre. Efectivamente, es el azúcar, que al tocar el café que ha volcado, ha decidido cambiar su estado, cosas de la química.

Pero todo esto no lo hacen sin querer, no no. Es un tipo de venganza judeo-masónica por parte de todos los camareros del mundo; que levante la mano el que, después de pedir un café con hielo, no ha dejado más café en la mesa que en el hielo. El camarero lo limpia, con toda la buena cara del mundo, pero por dentro, quiere tu alma.


Anuncios de mierda: Fave de Fuca


Pongámonos en situación; nos enfocan la puerta de un lavabo de una oficina cualquiera. De repente, de ella aparece una fémina con cara de satisfacción, alegría, jolgorio. Su comportamiento va “in crescendo” y ya que esta puesta, se pega un buen bailoteo por el amplio corredor de la oficina. Sus compañeros la miran con cara de “mira, ya se quien ha encontrado la papelina de garlopa”. Bueno, todos los compañeros no, hay uno, al fondo a la derecha, con ropa oscura, y corbata clara que la mira con cara de vicio. Seguimos sin saber que ha hecho la chica en el baño, aunque por su gestualidad, esto es de bukkake para arriba.

Lamentablemente, acto seguido se nos revela la verdad; lo único que nos están anunciando son unas pastillas para el estreñimiento. La chica, que ha ido al baño como las abejas, con el aguijón fuera, vamos, que le estaba asomando la cabeza a la tortuga, viene de:

-liberar a Willy

-plantar un pino

-echar un muñeco

-liberar a Nelson Mandela

-parir un mulato

-ponerle sabor al caldo

-acompañar a Bill Cosby a la piscina

Y un largo etcétera de posibilidades. Al ver el desenlace del anuncio, también queda despejada la duda sobre que pensaba nuestro amigo encorbatado:

-Te voy a meter la mierda para adentro.

Pulsando aquí, derechico al anuncio.


Cervezas del mundo: San Miguel


Estaban Dios y Satanás tomándose algo en el Infierno (conocido bar de moteros), hace muchos, muchos años. Dios le reprochaba a Satanás que últimamente sus castigos eran menos castigos, que se estaba aburguesando.

-Joder Satanás, es que tu antes molabas.

-¿Qué quieres decir, que ya no molo? Es un poco difícil estar todo el puto día (Satanás no puede decir todo el santo día, por razones obvias) diseñando nuevos castigos, y aquí cada vez viene mas gente.

-Satanás, amigo mío; ¿Qué te parece si yo te ayudo a diseñar algún nuevo castigo para que la gente vuelva a ver el infierno como eso, como un infierno?

-no tienes huevos- respondió Satanás.

-Si que tengo, los que no tienen son los ángeles. Mañana pásate al atardecer por mi despacho, y le echamos un vistazo al asunto.

Al día siguiente, puntual, Satanás se presentó en el despacho de Dios.

Después de muchos días discutiendo sobre cual podría ser el mayor castigo habido y por haber, teniendo en cuenta que ya había habido el tema de Noe, Sodoma y Gomorra, y demás lindezas de carácter bíblico. De repente, tuvieron un estremecimiento de la fuerza, y los dos, al unísono, dijeron:

-Podríamos quedar una bebida tan repugnante que su solo olor hiciese que se te diese la vuelta el ano.

Tardaron mucho tiempo en crear el mejunje, hasta que llegaron al momento mas complicado en la vida de todo creador de productos; tenían que ponerle un nombre a su creación.

“Le podríamos poner Coca-Cola.” Dijo Dios.

-No no, ese nombre ya lo tengo reservado para una droga que estoy montando.

Pasaban y pasaban meses, y no conseguían encontrar un nombre a la altura. De repente, un toc-toc en la puerta llamó la atención de los dos creadores.

-¿Quién es?

-Señor, soy San Miguel, debo decirle una cosa.

El tono de San Miguel parecía nervioso, así que Dios le hizo pasar.

-¿Qué has hecho, San Miguel?

-¿Recuerda que me mando regar las plantas? Pues no me he acordado, y su jardincito se ha secado.

-¿Jardincito?¿los putos jardines colgantes de Babilonia, son un jardincito?

Cuando la ira de Dios se calmó, miro de manera picarona a Satanás, y dijo:

-ya tenemos nombre para nuestra creación: se llamará San Miguel.


Las dependientas cansinas


Entras a una tienda, empiezas a mirar cositas, para aquí para allá, y empiezas a notar una presencia extraña; sabes de sobras quien es, la dependienta cansina, intentas hacerte el longui, que pase de largo, pero ella se acerca, sientes su respiración en tu nuca, y te la suelta:

-¿perdón, le puedo ayudar en algo?

Te asalta la duda, entre soltar la respuesta tipo, o la respuesta que llevas toda la vida intentando soltar pero, al final, te faltan huevos. Analicemos las dos variables:

-Disculpe, ¿le puedo ayudar en algo?

-No gracias, solo estaba mirando.

-Perdón, si necesita algo, no dude en avisarme.

Mierda, ya me he vuelto a cagar, no le he dado una buena respuesta. Total, como te hace sentir el peor mierdas del mundo, sublevado a una dependienta, te vas como siempre, con el rabo entre las piernas (frase que no entiendo, porque el rabo siempre lo tengo entre las piernas).

E aquí la segunda variable, la que todo el mundo espera poder soltarle algún día a ese gran enemigo:

-Disculpe, ¿le puedo ayudar en algo?

-No zorra, déjame mirar esta mierda en paz!

Joder, así que esto es el multiorgasmo, tan cercano y tan lejano a la vez. El resultado es el mismo que en la variable uno, acabas en la calle igualmente. Pero no es lo mismo salir a la calle derrotado, que entre los vítores de la plebe.

La gente que a la que aterriza el avión se levanta y empieza a dar por culo


Es una muy mala costumbre, solo escuchar “landeeeeed”, la gente se levanta, coge sus cosas, y ala, a… esperar señora, a esperar, que aquí hace falta también el permiso, y no solo las ganas. Eso sí, hay que tenerlo todo a punto para salir pitando, es genial que una señora con más años que el alquitrán, te ponga su culito en la cara, después de unas horas de vuelo, con su correspondiente olor a choto.

Hablemos también de seguridad; esa gente que intenta bajar todo su equipaje, pese lo que pese y dándole absolutamente igual quién o que tenga debajo, su equipaje es suyo y nadie se lo va a quitar, aunque esto les cueste estar 20 minutos puestos en pie en el comodísimo pasillo del avión.

-Perdona, te pongo esto aquí un momento, no te molesta, ¿verdad?

-no, no me molesta para nada, señora, ocupe usted la inmensidad de mi asiento para poner sus bolsas, yo ya me voy a la piscina que tengo justo en el asiento de al lado.

Cojones, claro que molesta, estate sentada y te esperas, como todo el mundo.